miércoles, 26 de febrero de 2014




Hola amigos:
Hace ya unos meses, nuestra asociación Trilce Isla Literaria, organizó un certamen de relatos, (nuestro primer certamen) del que escogimos once  para publicar un libro de relatos con fines solidarios. En Valdemoro, municipio donde residimos hay dos hermanos, Ana y Raúl que padecen una enfermedad un tanto atípica. Se denomina anemia de Fanconi y en España no hay tratamiento, por lo que hay que tratarla en otro país. Esto conlleva unos gastos difíciles de asumir por la familia y entre muchos eventos que se han y se van organizando para recaudar fondos, Trilce quiso colaborar con este libro, para la causa de estos niños. El evento no pudo resultar más positivo. Hubo bastante aforo y se agotaron los libros llevados para la ocasión, aunque si os apetece colaborar tenemos suficientes para todos aquellos que queráis tenerlo.
      En una de las fotografías estamos los cinco componentes de Trilce y en la otra quisimos que Nuria, la madre de Ana Y Raúl posara con nosotros para el recuerdo. Desde aquí dar las gracias a cuantos estuvieron y por supuesto que no sera el último evento que hará Trilce por una causa solidaria.

martes, 25 de febrero de 2014




Hola a todos los que visitáis este blog.
 Os pongo las fotografías de los últimos programas de radio de nuestra asociación Trilce.
Como ya sabéis cada lunes de 12.30 a 13 horas radiamos un programa llamado trilceratura, donde las letras son las protagonistas. En la fotografía de arriba estamos parte de los miembros de Trilce con el escritor e historiador Mario Escobar. En la siguiente fotografía estamos con Emilio Ruiz Barrachina (escritor y director de cine) y en la última tuvimos el placer de entrevistar al editor y escritor Juan Carlos Rentero. De todos ellos aprendimos muchas cosas y nos hicieron pasar unos momentos muy interesantes.



martes, 28 de enero de 2014


EL NIÑO MIGUEL

Había elegido la ciudad de Huelva para disfrutar las vacaciones veraniegas. Tenía por costumbre visitar cada año un lugar diferente. Era una manera particular de conocer mi país a la vez que hacía turismo. Ese día había visitado alguno de los sitios más típicos de la ciudad. Después unos pescaditos fritos  para comer, en una terraza con ventiladores de esos que dispersan agua lo que se agradece con las altas temperaturas y, a continuación una buena siesta. Por la tarde cuando el sol ya no era tan fuerte, decidí recorrer las callejuelas cerca del hotel donde me alojaba. Mientras caminaba las notas de una guitarra llegaron hasta mis oídos. La curiosidad y el sentirme identificado con ese instrumento  que desde hacía años intentaba aprender a tocarlo sin haberlo conseguido, hizo que me encaminara hacia el lugar de donde provenía la música. Sentado en una de las sillas de la terraza de un bar, un hombre arrancaba las notas de su guitarra de una manera magistral. Lo que llamó mi atención aparte de lo bien que tocaba fue su aspecto.  Aunque su pelo estaba bien peinado, la barba de varios días y su vestimenta le daban el aspecto de un vagabundo.  Cuando estuve a un par de metros de él, volví a quedarme asombrado. Sus huesudos dedos se deslizaban por los tres bordones de la guitarra. Nunca creí que hubiera alguien capaz de tocar flamenco con tres cuerdas. Tenía que saber algo más de ese hombre, así que me pedí una cerveza y pregunté al camarero que amablemente me resumió la trayectoria del guitarrista. Cuando llegue al hotel, después de haber estado  en aquel bar casi un par de horas, busqué el nombre en internet que el camarero me había dado. El niño Miguel.

Fui leyendo su historia a la vez que escuchaba su música. Cuanto más leía más entendía su trayectoria. Hijo de un gran guitarrista aprendió de su padre el arte de la guitarra llegando a ser uno de los mejores dentro del, para luego desaparecer a consecuencia de las drogas y la depresión. Al día siguiente me acerqué a una tienda de música y compré dos juegos de cuerdas. Las mejores que pude encontrar. Ya en el bar donde tocaba Miguel, pedí una cerveza y solicite al camarero que le entregara los bordones,  pues yo no tenía confianza para hacerlo. —No se si querrá aceptarlos. Aunque le veas así tiene mucho amor propio. —me  dijo arrimando su cara a mi oído. —Confio  que usted sabrá cómo hacerlo sin que se ofenda. —contesté  a la vez que dejaba en el mostrador una buena propina. A continuación me quedé un rato más mientras saboreaba un par de jarras frescas de cerveza. A última hora de la tarde volví nuevamente y pude comprobar que la guitarra  de miguel tenía puestas las seis cuerdas de lo que me alegré inmensamente. Fue un placer escuchar la música que era capaz de sacar de las entrañas de ese instrumento. Desde ese día fui asiduamente, ya que era un verdadero placer escuchar sus soleares, o fandangos o lo que se terciara, pues todo en él era arte. Al finalizar mis vacaciones me hice con sus discos y escuchaba su guitarra casi a diario. Un día las noticias hicieron una pequeña reseña sobre la muerte de Miguel. Había muerto el maestro de la guitarra. Para mí, sin lugar a dudas un genio. Un virtuoso de las seis cuerdas. Yo, solamente puedo dedicarte este pequeño relato y decirte que seguiré escuchando tu vals flamenco, que tan bien suena, interpretado con tus prodigiosas manos.

 

Luis Renedo de la Peña
Programa de radio Trilceratura
 
 
 
Ayer lunes dia 27 de enero del 2014 fue una fecha importante para los cinco componentes de Trilce Isla Literaria. Era el primer programa de radio en directo y al final todo salió genial.
Como invitado tuvimos a Pedro García Gallego, que nos permitió ahondar un poco en su sensibilidad descubriendo asi a un escritor comprometido,versatil y muy humano. Fue todo un placer poder entrevistarle. Gracias Pedro y gracias a mis compañeros por ese dia tan maravilloso.
 

sábado, 11 de enero de 2014


CUANDO UN AMIGO SE VA

Te observo a través del cristal de esta fría sala donde me encuentro. Aquí solo hay llanto y desolación. Al otro lado, tras la pared de vidrio, observo tu cuerpo dentro de una caja. Solamente puedo ver tu rostro. El resto lo cubre un velo de raso blanco. Mirándote, me cuesta creer que es la última vez que te veo. Dentro de unas horas te espera un nicho donde te envolverá el silencio más absoluto. Mientras, permíteme amigo mío, que me siente frente a ti, en esta última conversación, que más bien es un monólogo donde sobran las palabras, sin otras pretensiones que recordar  contigo el corto pero intenso camino que hemos recorrido juntos.

Recuerdo ese primer día cuando nos conocimos. —Hola Manuel soy Luis. —dije mientras estrechaba esa mano cálida que junto a tu sonrisa, me indicó que nos llevaríamos bien. Yo era tu cuidador, el apoyo que necesitabas para tu vida, tan solo por unos meses. Hasta que te recuperaras. Al día siguiente, mientras te duchaba, tenía la sensación de que nos conocíamos desde siempre. Luego tras el desayuno, tu silla de ruedas y nosotros dos salimos a dar un paseo. Nos sentamos en esa terraza que tanto te gustaba. Mientras nos tomábamos un café hablábamos de muchas cosas. De la familia, de tu etapa laboral, de tu rehabilitación y de las cosas que se hablan entre hombres. Cada vez que me encendía un cigarrillo me pedías con la mirada que te diera uno y nunca te lo di. Sabes que no podía dártelo aunque ahora, viendo el final que has tenido quizá no me hubiese importado. ¿Te acuerdas cuando nos enfadábamos? Era tanto el cariño que nos teníamos que incluso nos permitíamos esas licencias. Cuando esto sucedía, me decías que no volviera más y yo hacia el firme propósito de salir de tu vida, pero solamente eran palabras vacías pues los dos sabíamos que nos necesitábamos. ¡Qué iguales éramos! Cabezotas y obstinados.

Ahora viene a mi memoria, el primer día que abandonaste la silla de ruedas y con tu andador, recorriste el pasillo de tu casa. Cuanta emoción. Eso era un logro después de tantos meses sin andar. A partir de ese día, fue tanta tu motivación, que conseguiste caminar un kilómetro por la mañana y otro por la tarde. Poco tiempo después, te abandonaron las ganas y comenzó una lucha en la que los altibajos eran frecuentes. Sé que era duro el peso que debías soportar en tus rodillas y el dolor que te causaban mis manos al estirarlas, pero era la única manera de vencer la condenada artritis que padecías. Aun así, al final lograba convencerte de que había que seguir luchando. Era nuestra lucha particular y a nuestra manera conseguíamos resultados que se reflejaban en la satisfacción de tu cara al acabar nuestro trabajo.

Veo tan injusta y tan a destiempo tu muerte que me cuesta creerlo. No merecías este final. No de esta manera, aunque todos sabemos que si te hubieran cuidado mejor, quizá ahora no estuvieras en esta sala tan fría. Ahora no sirven de nada las lamentaciones. La realidad es tan cruel como cierta y solamente me queda el consuelo de saber, que te has marchado sabiendo que has sido muy querido, por todos los que te han conocido. Dentro de un momento besare tu frente helada y te llorare en el silencio que deja tu recuerdo. En estos momentos, quiero hacer mía la estrofa de una canción de Alberto Cortez y dedicártela para que donde te encuentres, sepas que un día, conociste a alguien que fue tu amigo.

<<Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar, la llegada de otro amigo>>   ¡Hasta siempre Manuel!

Luis Renedo de la Peña

domingo, 22 de diciembre de 2013


NO MATARÁS

El hastío y la soledad me conducían inexorablemente a cometer actos  propios de un orate. Esa tarde, tras beberme unas cuantas copas y sin otra cosa que hacer, se me ocurrió llevar a cabo algo que sin el alcohol ingerido, no hubiera sido capaz de realizar. Me introduje en el baño con la luz apagada. Al no tener ventana, la oscuridad era absoluta. Situado frente al espejo invoqué al diablo con la intención de que se reflejara su imagen en el. Era algo que no recordaba cuando lo había escuchado y sin embargo había quedado grabado en mi mente, acudiendo a ella de vez en cuando. Ahí estaba yo, decidido tras la ingesta de más de media botella de whisky barato, retando a las fuerzas del averno. Pasados un par de largos minutos y sin éxito, decidí no hacer el idiota por más tiempo. Mi mano se posó en el tirador de la puerta y el miedo se disparó cuando no pude abrirla. Miré hacia el espejo y entonces lo vi. Una horrible imagen incapaz de describir estaba frente a mí, mirándome con una  siniestra sonrisa lo que provocó que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo. Intenté desesperadamente abrir la puerta y cuando al fin lo conseguí salí al salón donde perdí el conocimiento a consecuencia de la tensión acumulada. Al despertar, esa horrible figura estaba sentada en el sofá observándome. Creí que volvería a desmayarme nuevamente y sin saber de dónde, saqué el coraje necesario y me atreví a preguntar. —Quien eres… Que quieres de mi? —Quien soy está claro. —respondió. —Y lo que quiero es jugar a un juego. —Su voz sonaba normal lo que hizo que me tranquilizara un poco aunque su presencia me aterraba. —No quiero jugar a nada. Por favor vete y déjame en paz. — ¿Irme? ¿Dejarte en paz? ¿Acaso crees que puedes reclamar mi presencia sin nada que darme a cambio?—Tras esas palabras soltó una carcajada tan estridente como desagradable. —Proporcióname una vida y tan solo así podrás librarte de mí. — ¿Una vida?—pregunte incrédulo. —No entiendo lo que quieres decir. —No importa, solamente escucha con atención. Mi juego lo llamaremos los diez mandamientos. Tienes que hacer todo lo contrario a lo que mandan, uno a uno. Cuando termines el juego no volverás a verme. —Dicho esto desapareció. Estuve bastante tiempo quieto, sin atrever a mover siquiera un solo musculo, razonando lo ocurrido. No estaba soñando. Lo que acababa de sucederme había sido real y tenía una misión que cumplir.

Busqué una biblia entre los libros de mi estantería y comencé a leerme los diez mandamientos. *Amaras a Dios sobre todas las cosas. *No tomaras el nombre de Dios en vano. *Santificaras las fiestas. *Honraras a tu padre y a tu madre. *No matarás. *No cometerás actos impuros.*No robaras.*No dirás falso testimonio ni mentiras.*No consentirás pensamientos ni deseos impuros.*No codiciaras los bienes ajenos. No era demasiado difícil si no fuera por el quinto mandamiento. No estaba dispuesto a matar a nadie. Cumplí la misión encomendada con nueve de los diez mandamientos. Deje pasar los días y al no suceder nada creí que todo volvía a la normalidad. Una noche me desperté sobresaltado. Me faltaba el aire y al abrir los ojos, ese ser terrible apretaba mi cuello mientras me exigía una vida. Su fétido aliento era insoportable. A partir de entonces mis sueños se veían interrumpidos cada noche. Comencé a demacrarme y notaba como la vida se me escapaba casi sin darme cuenta. Me puse en manos de un psicólogo que lejos de entender lo que me sucedía me diagnosticó esquizofrenia y manía persecutoria. Una noche, tras la visita del Íncubo, no aguanté más y decidí saltar al vacío, desde la ventana del noveno piso donde vivía. Mientras caía, un cable eléctrico partió en dos mi columna vertebral y cuando aterrice en el suelo lo único que se escuchó fue el ruido seco de mi cuerpo al contacto con el asfalto. Abrí los ojos con el último aliento de vida que aun me quedaba y allí estaba él, sonriendo con la satisfacción del que consigue su propósito. Entonces se acercó a mi oído. —Ya tengo la vida que te pedí. — Susurró escupiendo en mi cara nuevamente su pestilente y frío vaho. —La deuda queda saldada. Nuestro juego ha terminado. 

Luis Renedo de la Peña

viernes, 6 de diciembre de 2013


 Aqui os dejo alguna fotografía de nuestro programa de radio
"Trilceratura" En este caso nuestros invitados son Fernando Perez San Juan con cazadora roja y Elena Muñoz con cazadora marron. El resto somos miembros de Trilce Isla Literaria.